lunes, 8 de diciembre de 2014

Drama y desesperanza prevalecen en Tijuana

Tras vivir juntos un par de años, las circunstancias les obligaron a trasladarse a Ohio y ahí fueron detenidos por la Policía. Al percatarse de que se trataba de indocumentados, fueron deportados sin mayor trámite.


Debido a que tenían un pequeño capital, pusieron un negocio, sencillo, como ellos lo definen y lograron adquirir una casa en su comunidad. La ex pareja de Josefa es integrante de una mara, y cuando se enteró de su retorno, le exigió la extorsión y que le entregara a su hijo para reclutarlo. Al encontrar resistencia, el pandillero secuestró a su propia hija, de 19 años, quien fue abusada por los cómplices, mientras otros quemaron la vivienda.


La situación era extrema y la única solución a la vista fue migrar nuevamente. En Ciudad Hidalgo, México, al conocer el caso, las mismas autoridades apoyaron a la familia en su travesía y lograron establecerse en Tijuana a la familia. Este estado fronterizo está a un paso de San Diego, California.


La pareja optó por vivir en Tijuana, mientras sus hijos permanecían en un albergue, en suelo estadounidense, a la espera de apoyo para solicitar asilo, debido a la gravedad del caso. Por ahora, logran sobrevivir mientras hacen labores en un mercado, con lo cual obtienen el alimento diario. Pernoctan en un lugar con las condiciones mínimas.


Este testimonio llegó a Víctor Clark, director del Centro Binacional de Derechos Humanos, fundado en 1987. El experto considera que es necesario apoyar a la pareja ante la situación que vivieron en Guatemala; sin embargo, las oportunidades en Tijuana no son las más aptas. “Lamentablemente, la situación económica no es la mejor. El desempleo es muy alto y hace diez años, si bien la tasa era del 2%, ahora es de 8%. Estamos en una recesión económica para los migrantes que vienen aquí, el primer reto al que se enfrentan todos es tener una identificación”, relata.


La falta de documentos también afecta a quienes permanecen a la espera de dar el salto hacia EE. UU. En Tijuana hay 10 albergues para migrantes manejados por las iglesias católica y evangélica, y a los usuarios les cobran $1 diario con derecho a pasar la noche y el desayuno, pero solo pueden hacerlo durante doce días, porque la demanda apremia.

 La mayoría de estas personas regresó de Estados Unidos por la vía de la deportación y mantienen un estigma que les impide cerrar el círculo de la pobreza y mendicidad.


El Bordo, la penúltima frontera

 En medio de un olor nauseabundo, a la intemperie, sin oportunidades y viviendo de la indigencia, hay no menos de mil personas que permanecen en El Bordo, un canal construido en Tijuana en donde convergen deportados sin ninguna oportunidad en sus lugares de origen y sin recursos económicos.


Un reporte del Colegio de la Frontera Norte (CFN), un centro científico que se dedica entre otras cosas a la investigación, cita que las personas deportadas que permanecen en Tijuana “cuentan con el apoyo de albergues de parte de las organizaciones de la sociedad civil; sin embargo, aquellos deportados que han excedido el tiempo de permanencia en los albergues o que no tuvieron la posibilidad de acceder a ellos, se han asentado durante años en El Bordo”.


En el lugar hay cinco formas de vivir: están los ñongos, quienes tienen mejor suerte y logran construir sus viviendas con lámina, cartón u otro tipo de desechos. También hay excavaciones en donde los indigentes pernoctan sin quedar del todo expuestos a las inclemencias del clima y se reporta la presencia de personas en las alcantarillas, puentes y laderas del canal.


En ese mismo lugar nauseabundo viven guatemaltecos, según lo confirma el diputado y presidente de la Comisión del Migrante, Paul Briere, quien viajó al lugar en agosto de este año. “Encontré a un guatemalteco que tiene dos años de estar ahí. Es más, tuve la oportunidad fácilmente de platicar con dos más, pero me llamó la atención que él tendrá unos 30 años. Hay muchos jóvenes en el lugar y poca gente mayor”, relata.


El parlamentario describe que lo más lamentable es que quienes viven en El Bordo difícilmente se quieren dejar ayudar. “No quieren regresar a sus países y tampoco quieren pasar la frontera; ese es su círculo”, relata.


El CFN da cuenta de que entre agosto y septiembre del año pasado, “en la canalización del río Tijuana, residen entre 700 y mil personas, distribuidas en 118 ñongos, 25 hoyos, 7 alcantarillas y 10 puentes”, además de quienes están a la intemperie. De ese grupo, se calcula que hay unos 50 guatemaltecos.


Amedrentados

 Otra suerte a la que se enfrenta esta población es a la persecución y estigmatización de la Policía Municipal. El reporte indica que el 93.5% de la población encuestada “señaló haber sido detenida al menos una vez por agentes de la Policía Municipal de Tijuana”; la mayoría de veces, por carecer de identificación, deambulación o simplemente por su aspecto.


En el lugar funciona el Desayunador Salesiano Padre Chava, de Tijuana, justo a la orilla de El Bordo. Briere describe que en el área hay espacio para unas 250 personas y también hay duchas para quien lo necesite.


Clark relata que quienes habitan en El Bordo “son perseguidos constantemente por la Policía Municipal, la cual es su principal depredadora, para dar una impresión de que están combatiendo la delincuencia”. Refiere que los estigmas rondan también en los jóvenes, principalmente los que están tatuados.


“La población de migrantes deportados en el Bordo es de aproximadamente mil personas; la gran mayoría, mexicanos; puede haber algunos centroamericanos, pero deben de ser muy pocos. En tantos años que tengo de visitar la zona, solo he encontrado unos cuantos centroamericanos”, cita.


Las condiciones para utilizar Tijuana como un puente hacia EE.UU. variaron en los últimos años. En los ochenta, el paso hacia esa nación del norte era fácil, como lo recuerda Gustavo Rojas Pavón, quien vive en la colonia San Isidro, y quien tiene 50 años de vivir justo frente al muro fronterizo.


Ahora, debido a los controles, quienes luchan por pasar hacia Estados Unidos lo hacen a través del desierto. Sin embargo, aún hay intentos para sortear las dos barreras que dividen ambos países.
“Usan escaleras para lanzarse, más que todo las mujeres”, comenta, pero evita dar más detalles debido a la presencia de las cámaras.


Siglo.21 viajó hasta la frontera entre México y Estados Unidos, por invitación del Instituto de las Américas de San Diego. Al pasar por uno de los puentes ubicados sobre El Bordo, una leyenda llama la atención “Esto es Tijuana”. La pinta, colocada con color azul, contrasta con el gris de la estructura, que tiene una extensión de dos kilómetros. Historias como la de Luis y Josefa se esconden detrás de esos puentes, lejos de la autoridad y de la esperanza.




Tabasco y Chiapas también albergan a 76 mil guatemaltecos

Un informe de la Dirección de Asuntos Consulares y Migratorios indica que hay unos 2.7 millones de connacionales residentes en Estados Unidos y que en su mayoría se desempeñan en las labores de agricultura, jardinería, reparación de techos, carpinteros, limpieza, construcción y o restaurantes.
Solo en el sur de California hay unos 750 mil que se dedican a dichas actividades.


En el caso de México, la estadística habla de unos 76 mil; la mayoría, ubicados en Tabasco y Chiapas; en el caso de Tijuana, no existen estadísticas claras debido a que las zonas en las que podrían concentrarse son dispersas. Estimaciones formuladas por la Comisión del Migrante en el Congreso de la República dan cuenta de que del total de guatemaltecos en EE. UU. hay 1.5 millones que no están documentados; es decir, con estatus irregular.


Las autoridades del Ministerio de Relaciones Exteriores diseñaron un Plan de Acción de Asistencia Migratoria y Consular para la Comunidad Guatemalteca en Estados Unidos, en respuesta a la acción ejecutiva que aprobó recientemente el presidente de ese país, Barack Obama.


El plan pretende brindar asistencia y orientación migratoria y consular a los guatemaltecos que podrían verse beneficiados con la medida, e incluye la documentación, orientación migratoria, orientación legal, financiera y comunitaria.


En el caso de quienes radican en México, delegan en los consulados la atención y apoyo de esta comunidad.


* Nombres ficticios